El “desatender a los niños” constituye una conflictiva familiar que acarrea efectos no menores sobre la subjetividad de las nuevas generaciones. Los niños necesitan “ser mirados”, “ser escuchados”. Que los “otros” les sostengan su mirada y su cuerpo; que se concentren en él. De lo contrario, puede que apele a algunas inconductas costosas para sí mismo (aislándose, o por el contrario haciendo berrinches, accidentándose frecuentemente o enfermándose) para lograr convocar la atención de sus padres. Otra salida, a modo de fuga, es frecuente entre los adolescentes que se sumergen durante la mayor parte de su día y de la noche también (alterando sensiblemente sus ritmos de sueño) en un mundo virtual para interactuar, comunicarse con “otros”, “supuestos amigos de su facebook” que les presten atención...esa atención de la que carecen en su mundo real."